Son muchas las leyes educativas las que hemos tenido en este país en la época democrática, debido a la singularidad política dejada por una dictadura basada en el nacional catolicismo, por una parte, y la reacción laica natural, por la otra. Todas estas reformas decían buscar una mejor educación “pública” y erradicar primeramente el analfabetismo y a posterior el fracaso escolar, Pero sin nos ceñimos a los datos del Ministerio y de Europa podemos afirmar que hemos fracasado estrepitosamente.

Hace unos años tuve la ocasión de asistir a un foro nacional de educación donde participamos representantes de alumnos de institutos, de universidades, de profesores, de AMPAS, y del Ministerio. A parte del más que evidente fracaso de la política nacional y regional en educación, se pudo constatar que en el fondo si existe un sistema común de educación que es puesto en práctica por toda la sociedad: el sistema de excusas.

En primer lugar, los padres echan la culpa del no rendimiento o de la falta de actitud de sus hijos a la escuela, la escuela, por lo mismo echa la culpa a los padres, pero no nos quedemos en esto, al menos ambas partes coinciden en echar culpas a otra, las consolas, los móviles, y claro está, la televisión, a la vez que están industrias echan las culpas a los anteriores de nuevo, y es entonces cuando se piden soluciones al congreso, que hace otra ley en la que todo sigue igual y la pelota vuelve otra vez a los padres y las escuelas, en el circo de nunca acabar.

A pesar de esto, se puede terminar con el fracaso escolar en 6 años, incluso menos si todos colaboramos. No debemos olvidar que las leyes son las reglas de convivencia que nos ponemos como sociedad, pero para que estas se apliquen o no debemos como sociedad a nuestra conducta, es por ello que si se quiere solucionar el tema del fracaso escolar todos debemos colaborar.

Para empezar una buena financiación y centros educativos es indispensable, pues no es lo mismo tener a 20 en un aula que a 40, demos apostar por la mejora de los programas para que sean más flexibles, por una formación continua del profesorado, en docencia y pedagogía, no. Acompañado de la creación de mediadores entre centro educativo y familia, y que el desarrollo educativo del alumno no se base solo en el académico, sino también en lo social y emocional, a través de su participación activa en el sistema.

Recientes y no tan recientes estudios de la Organización Mundial de la Saludad revelan que casi el 20% de los niños y niñas de entre 4 y 16 años padecen trastornos psiquiátricos diagnosticables y no diagnosticados, es por ello que necesitamos también la intervención del sistema sanitario, que no se fije solo en el desarrollo y estado físico, ya que un diagnostico temprano, como en todo siempre es importante.

Dada la importancia de implicación de todas las partes de la sociedad, la lucha contra el fracaso escolar debe surgir de los municipios, de los ayuntamientos, por su proximidad a los ciudadanos, y conocimiento de las peculiaridades de cada lugar, siendo la administración local necesaria vertebradora y prestadora de los servicios sociales (que ahora se les quiere prohibir ofrecer), dedicando sus esfuerzos en gran medida a evitar la exclusión social.

Los Ayuntamientos deben desarrollar programas comunitarios que sean capaces de ofrecer seguridad física y psicológica, fomentando las interacciones entre grupos, unas normas y expectativas claras con un seguimiento fuertemente perceptible, favorecer la creación de apoyo y buena comunicación, crear oportunidades para integrarse en grupos y participar en actividades comunitarias, y basar sus políticas de juventud en el empoderamiento de los jóvenes, proporcionando las vías necesarias para desarrollar la autonomía, e integrar escuela, familia y comunidad.

Señalar que esta interacción entre familia, escuela y comunidad sería mucho más fácil el “mercado laboral” ayudara a compatibilizar la vida laboral con la familiar, con la jornada continua entre otras medidas. Pero que lo más importante es la participación y la implicación de las familias y la comunidad en general, esa que por desgracia apenas se le ve en la actualidad en Castellón mientras algunos centros públicos se enfrentan al cierre.