El gran dictador

Durante dias, semanas, he pensado como actualizar para referirme a el auge que estan teniendo en Europa los movimientos de corte racistas y neo nazi.

Esta expansión está probocada por un sistema que divide a la sociedad, enfrenta a los de abajo mientras los de arriba hacen negocios hasta con el diablo. Y que ya nos llevo a una guerra mundial teniendo los fascismo y el nazismo como bandera.

Y la verdad es que no se me ocurre nada mejor que el discurso final de la pelicula «El gran dictador», el cual decas después, sigue siendo tan valido como el dia que se escribió. Este discurso ensalza los valores que deben regirnos, si no queremos acabar en otra guerra.

Todos los dias llega a nosotros por todos cualquier medio de comunciación gente que no hace mas que ensalzar las diferencias entre unas personas y otras. Ya sea entre personas de distintas autonomias, o con extrangeros,.

Necesitamos recordar que las cosas que nos separan, que nos diferencian de los demas no son mas que una gota infima de polvo comparado con todo lo que nos une, lazos de amitad y a algunos tambien de sangre, por eso no podran separarnos.

Aquí el discurso:

Dicurso final El Gran Dictador.

Lo siento.

Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.

Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.

Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.

Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.

Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oirme, les digo: no deseperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de homres que temen seguir el camino del progreso humano.

El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.

Soldados.

No os entreguéis a eso que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.

Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina.

Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo lo que no aman odian, los que nos aman y los inhumanos.

Soldados.

No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. El el capítulo 17 de San Lucas se lee: «El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres…» Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravilosa aventura.

En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia.

Luchemos por el mundo de la razón.

Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.

Soldados.

En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.

2 comentarios

  1. Hola Adrian: Yo creo que la mayoría de gente es racista por egoísta. Me explico. Ahora mismo, en la situación actual en la que estamos, donde la destrucción de empleo está al orden del día y donde las administraciones que tienen competencia para hacerlo miran hacia otro lugar, hay gente que tiene q poner su punto de mira en algún sitio o en algunos colectivos para dar la culpa al desempleo. Según el último OBJOVEM (Observatorio Joven de Empleo) del Consejo de la Juventud de España, los jovenes inmigrantes son los que más han sufrido la crisis. Su tasa de paro es de casi el 80%. Eran gente que estaba trabajando en puesto de baja cualificación. Hay gente que cree que vienen a quitarnos nuestro trabajo y eso no es cierto. Se va a necesitar mucha mano de obra, y ahora debemos esforzarnos para que ésta sea cualificada. Una vez leí que muchos de los que se dedican por ahí a dar golpes a los inmigrantes son gente con estudios. Mira las paradojas de la vida. En teoría gente "inteligente" que ha sacado una carrera. Saludos, Ruthwww.ruthsanz.es

  2. Hola Ruth,
    Puede que sí que sea por egoísmo, pero no todo. Ya que todos sabemos que en política hay gente que hasta puede convencer de que el blanco es negro, aunque el mismo lo esté viendo…
    Durante el siglo pasado los trabajadores se ayudaban unos a otros fuera cual fuera la nacionalidad (basados en el espíritu de la AIT), sin que casi hubiera que pedir esa ayuda o solidaridad.
    El unirse al sindicato formado en la fábrica parecía casi obligatorio, aun cuando estos estaban prohibidos. Pero esto ahora ya no pasa, la sociedad se ha acomodado en una época de bonanza y donde todos podían comer sin molestar ni tocar la comida del otro.
    Pero ahora el saco se ha roto y ya no puede, el valor de la solidaridad, el luchar por la justicia social que tanto caracterizo a la clase progresista, de izquierdas y trabajadora en el siglo pasado se ha esfumado.
    Durante años se ha renunciado a recurrir las herramientas para frenar ese egoísmo y algunos se han sometido al miedo que inculcan ciertos grupos. Por la dejadez de una izquierda europea más preocupada en alcanzar el poder aun defiendo posturas ajenas, como hace la tercera vía.

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